Soy una herida abierta, y sangro, y mancho. No puedo más, no paro de errar y fallar. La gente me cree inconsciente, pero lo siento, e intento mejorar. Me ahogo entre miles de ideas y recuerdos que no puedo borrar. Quiero acabar con esta paranoia mental, pero no puedo, no puede, mi cerebro, olvidar este mes zozobrado. Me intentan abrazar y no paro de golpear, me intentar ayudar y no paro de explotar. Me apago cada noche entre los recuerdos de la gente, en el silencio, no puedo levantarme, lo siento.
Te das cuenta de lo que tienes hasta que se pierde. Me muero de horror y rabia, no paro de oír gritos en mi cabeza. Intento tranquilizarme, pensar, poner buenas caras, gestos de amistad. Pero no puedo, agobio, canso, contagio y harto. ¿Porqué? No lo sé, mi dolor es tan intenso que no me deja ver. Pero quiero abrir los ojos, y recuperar lo que tuve antes de aquel trágico final. Voy cuesta abajo sin frenos, me voy a golpear, a golpear, no lo puedo evitar.
Tengo un monstruo en el estómago. Crece y se alimenta de mi dolor y secreta paranoia. Sospecho de mi sombra, lucho contra mi ser. ¿Arder solo o dejarme ver? Que más da, haga lo que haga alguien pagará. Yo, alguien más también. La gente huye de mi, con razón, soy un volcán en erupción y no quiero con la lava tapar. Ardo de rabia, me angustio, me margino, me quedo solo. Enfado, berreo, grito, pongo malas caras, no puedo más, no quiero más. Quiero descansar, dos minutos de felicidad, quiero una tregua y olvidar, que este mal trago de malestar sea un efímero momento mental.
Y creo que debo estar contento. Intento, no puedo, ser discreto, pero no lo puedo arreglar. Envío señales de socorro. Malos recuerdos, malos momentos, errores confusos, grandes catástrofes. No me aguanto más, sólo intento que alguien me pueda aguantar. Es duro, fastidioso y lleno de malestar.
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